martes, 10 de agosto de 2010

Una canción no habla solamente de amor

Fue ver su cara mientras lo decía. Esa sensación de escuchar palabras indebidas de la persona menos adecuada. Caes en un abismo en espiral sin parar a alta velocidad, en palabras de físicos, caída libre, donde la fuerza de gravedad y el peso corporal cooperan favorablemente a sentir cada vez más fuerte el viento moviendo tu cara y tu pelo en dirección a la destrucción sobre es asfalto. Pensé que no podría levantarme, que me desarmaría en mil y un trocitos, sin poder unirlos ni con el mejor pegamento. Fue ver sus ojos, sentir esa vibración que emanaba su mirada y oír esa voz con tintes de llanto, de depresión, de vergüenza por decepcionarme de una manera insólita. Nadie nos enseña a ser personas ni a cumplir a cabalidad nuestros roles asignados socialmente. No sé cómo mi madre puede ser madre si nunca leyó un manual, ni mi hermanq mi hermanq. Y de eso se trata todo, de ensayo y error, de provocar un caos y luego llegar con una escoba a limpiar los escombros para volver a construir.

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